La abogada Victoria Kent
La abogada Victoria Kent eliminó las cadenas que se utilizaban en las prisiones
En 1925 se convirtió en la primera mujer en ingresar en el Colegio de Abogados de Madrid. Pero Victoria Kent pasó a la historia por su “adiós a las cadenas”. O lo que es lo mismo, por eliminar el uso de cadenas y grilletes en las prisiones. ¿Cómo lo hizo? Esta es su historia.
Fue un pronunciamiento militar orquestado, cuatro meses antes de la proclamación de la Segunda República, contra el Rey Alfonso XIII y el gobierno militar del general Dámaso Berenguer Fusté.
La abogada Victoria Kent hizo un magnífico trabajo. Consiguió la absolución de Albornoz, que era miembro del Comité Revolucionario Republicano y que fue detenido a raíz de la mencionada sublevación, alegando que si la rebelión militar era el “levantamiento en armas de elementos del Ejército, el Gobierno y la Constitución” entonces a su defendido no se le podía acusar de ello porque estaba detenido cuando se publicó el manifiesto republicano.
También fue la primera mujer de la historia del mundo en actuar ante un tribunal militar como abogada.
A Victoria Kent -hija una familia de Málaga formada por José Kent, un comerciante de zapatos, y de María Siano, ama de casa- siempre le llamó la política.
Era una convencida feminista de profundas ideas progresistas.
Se afilió al Partido Republicano Radical Socialista y fue elegida diputada, en 1931, para las Cortes republicanas constituyentes por la provincia de Madrid.
Aquel año, el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, la nombró directora general de Prisiones con el objetivo de conseguir la rehabilitación de los presos, continuando así la labor emprendida en el siglo XIX por Concepción Arenal. Un cargo al que se entregó con todas sus fuerzas hasta 1934.
Victoria Kent era una gran defensora de los derechos sociales. Creía con firmeza que la sociedad tenía la obligación de recuperar al delincuente.
Estableció permisos de salida para los presos, permitio la libertad de culto religioso en las cárceles, mejoró la alimentación de los internos, indultó a los penados que tenían más de 70 años de edad y creó la cárcel de mujeres de Las Ventas, en la que no existían celdas de castigo.
Asimismo, creó el Cuerpo Femenino de Prisiones, para las cárceles de mujeres, y el Instituto de Estudios Penales, que encomendó a su maestro, el jurista Luis Jiménez de Asua.
También decretó el cierre de 115 centros penitenciaros en toda España por estar en malas condiciones.
Pero sobre todo, ordenó retirar todos los grilletes y cadenas que, hasta entonces, se utilizaban en las prisiones españolas, borrando así, para siempre, la posibilidad de hacer chistes negros a costa de la figura del reo arrastrando tras de sí una gran bola de hierro.
Con el metal obtenido hizo modelar una estatua de Concepción Arenal.